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E-ISSN: 2218-3345, ISNI 0000 0001 2113 0101 https://isni.org/isni/0000000121130101
Reexiones histórico-antropológicas
sobre la tradición de la Virgen de los
Pobres de Zacatecoluca, La Paz
José Rafael Ramírez
Antropólogo e investigador independiente
2017.rafaramirez@gmail.com
https://orcid.org/0009-0001-0935-2569
Recibido: 3 de marzo 2024
Aprobado: 29 de julio 2024
Resumen
En el este arculo se presenta el origen de la tradición
de Nuestra Señora de los Pobres en Zacatecoluca,
se construye su curso histórico y se discuten los
actores sociales protagonistas del hecho religioso
que pudieron contribuir a su praxis al inicio o
fundación del mito. También se reexiona sobre su
signicado y poder simbólico.
Palabras clave
Catedrales - Zacatecoluca (El Salvador)
Religiosidad popular. Vida cristiana, Antropología
cultural. Catedral Nuestra Señora de los Pobres.
Etnohistoria
Abstract
This article discusses the origin of the tradition of
Nuestra Señora de los Pobres (Our Lady of the
Poor) in Zacatecoluca; it also builds its historical
course and discusses the main social characters of
the religious fact who were able to contribute to the
beginning or foundation of the myth. There is also a
reection on its meaning and symbolic power.
Keywords
Cathedrals - Zacatecoluca (El Salvador) Popular
religiousness. Christian life, Cultural Anthropology.
Catedral Nuestra Señora de los Pobres (Our Lady of
the Poor Cathedral). Ethnohistory
DOI: https://doi.org/10.5377/entorno.v1i77.18432
URI: http://biblioteca2.utec.edu.sv:8080/jspui/handle/11298/1361
Historical-Anthropological considerations on the Virgen de los Pobres tradition
in Zacatecoluca, La Paz
Artículo cientíco
Revista entorno Universidad Tecnológica de El Salvador, www.utec.edu.sv, julio - diciembre 2024, número 78: 60-69, ISSN: 2071-8748
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Introducción
La Virgen de los Pobres tiene gran presencia en la
mentalidad de los viroleños. Durante todo el o es
visitada por los habitantes de Zacatecoluca y zonas
aledañas, es el símbolo más englobante que le da
cohesión y sentido social. La procesión de Nuestra
Señora de los Pobres se realiza el 26 de diciembre
y recorre las principales calles de la ciudad. Es una
tradición que data de 1840, es decir, 183 años de
tradición popular. (Entre las más grandes tradiciones
del pueblo está también la procesión de Jesús
Cautivo, que se realiza el último domingo de enero,
acompañada de los acostumbrados motetes, que son
marchas de la tradición popular, elemento de cultura
material e inmaterial poco valorado).
La relación entre los católicos del pueblo de
Zacatecoluca y la imagen de la Virgen de los Pobres
está llena de anécdotas. Los feligreses cuentan el
mito de que por las noches Jesús Nazareno baja del
altar, cruza la iglesia y sube a visitar a su madre, la
Virgen de los Pobres. También, en cada procesión de
la Virgen, le cambian ropa como si fuera una persona
viva que necesitara hacerlo. Las ancianas acuden
a dejar velas, y los feligreses rosas por los favores
recibidos. Es que la Virgen tiene vida, y en un tiempo
remoto, también salvó a la ciudad, presentando así un
mito fundamental para la religiosidad popular o, más
bien, un discurso simbólico.
Un mito no es algo absurdo, no es una cción o algo
así como una falsedad, ha sido objeto de estudio
de cientícos sociales, y no se puede empezar a
estudiarlo desconando de su realidad. Por ejemplo,
para el antropólogo Claude vi-Strauss (1972), un
mito tiene una lógica interna o sentido, no se entiende
solo con la pura lógica occidental. En este trabajo,
se atiende a la historia contada, historia contada que
efectivamente está implicada en el pueblo, que parece
de un realismo único (Geertz, 2003).
Figura 1.
Feligrés visitando a la Señora de los Pobres
Nota: los devotos se acercan al altar de la Virgen de los
Pobres a dejarle ores y rezar. Fuente: Ramírez (2022).
Método: histórico
Se trata, sucintamente, de construir un relato histórico
sobre la historia loca” de Zacatecoluca, objetos de la
investigación. Se propone el uso del método histórico
positivista en la confrontación con las fuentes primarias
documentales, bajo el enfoque transdisciplinario.
También se utilizó el bagaje de la antropología histórica.
El tratamiento de la historia no busca ser exhaustivo ni
vulgarizar el trabajo del historiador; simplemente busca
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construir un relato y contribuir al ocio del historiador,
ya que la antropología debe ser considerada una
ciencia histórica. No es de extrañar que, por ejemplo,
sea un componente de la antropología en la academia
norteamericana. Busca construir un relato histórico
para la antropoloa con nes de operaciones
analíticas, como arma Cardoso Santana (2000), sobre
la hermenéutica:
La crítica interna comprende dos aspectos
principales: la interpretación y la crítica
de sinceridad y exactitud. Llamamos
interpretación (o hermenéutica) a la apreciación
del contenido exacto y del sentido de un texto,
a partir de la consideración de la lengua y de
las convenciones sociales de la época en que
fue compuesto. La lengua cambia según el
tiempo, el lugar, el estilo, el grado de cultura,
etc. (pp. 145-146)
Resultados
Breve historia de la parroquia de Santa Lucía y
su relación con el barrio Analco
Para 1548, se produce una valoración donde se
obtienen los datos de que hay 400 indígenas tributarios
y 2,000 personas. El tributo del pueblo encomendando,
Zacatecoluca, dice Lardé y Larín (2018), que consistía
en productos naturales y manufacturados, así como
servicios personales. Probablemente también fue el
pueblo de indios cuyas fundaciones, en el reino de
Guatemala al que pertenecía Zacatecoluca, se dieron
entre 1544 a 1550 (Cardenal Chamorro, 1996), toda una
coyuntura en la que la población indígena se llevó a los
pueblos de indígenas creados por los religiosos con la
ayuda de la Corona española. Inicialmente, se agruparon
en chozas de paja; a cada pueblo se le asignaron
tierras comunales y ejidales, tributo y repartimiento
de indígenas. Para los frailes y clérigos, esto facilitó
las condiciones para castellanizar a los indígenas y
doctrinarlos de mejor modo (Cardenal Chamorro, 1996).
En esta coyuntura (1544-1550) probablemente se
fundó el pueblo de San Sebastián Analco como pueblo
de indígenas o al menos como barrio anexo al pueblo,
pero en relación de poder con Santa Lucía, que sería
un enclave de españoles, además de estar solo
separados geográcamente por un río.
La iglesia de San Sebastián Analco se construyó
probablemente entre los siglos XVI y XVII. En
comunicación personal con el ingeniero Antonio
Ramírez (2022), que reside en el lugar y conoce
perfectamente la iglesia, dijo que probablemente
menos de 100 personas estuvieron involucradas en
el proceso de construcción. La arcilla, que es material
base para el adobe con el que se construyó, podría
encontrarse en algún lugar cercano, ya que ese tipo
de suelo es común en Zacatecoluca. También podrían
haber extraído arena y tierra blanca de lugares
cercanos. Respecto del adobe, el arquitecto Joaquín
az (2022), en una comunicación personal, dijo que
de lo contrario su desplazamiento y los medios de
transporte utilizados supondrían un riesgo de fractura
de la pieza. Lo cierto es que la iglesia fue construida
por manos ancestrales de indígenas que involucraron
a todo el pueblo de indios. Fue, sin duda, un gran
acontecimiento simbólico que reformularía la cultura.
Analco fue “extinguido como municipio por decreto
legislativo el 10 de mayo de 1900(Lary Larín, 2018,
p. 590). Por supuesto, es históricamente signicativo
para la parroquia de Santa Lucía, donde surgirá la
tradición de la Virgen de los Pobres en el siglo XIX.
Evidentemente, la estructura de la iglesia indígena,
sus cofradías y devociones forman un símbolo para
el pueblo que da cohesión social a los indígenas, a
diferencia de otras tradiciones celebradas en el pueblo
vecino de Santa Lucía.
También fray Alonso Ponce, de su efímera visita a
Zacatecoluca el martes 13 de mayo de 1586, da cuenta
de la historia:
Otro arroyo y algunas barrancas, y andaba
media legua, igual que este amaneciese a otro
pueblo grande de los mismos indios (yaquis o
pipiles) obispado (de Guatemala) y visita (de
clérigos), llamado Zacatecoluca, interés y de
algunos españoles junto al cual a la banda
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del norte está un volcán muy alto llamado de
Zacatecoluca (Chinchotepequec o volcán de
San Vicente). (Ponce, 1586, p. 9)
El fraile señala la presencia de un pueblo grande
de indígenas y algunos españoles. Esa descripción
etnográca de los grupos sociales es sugerente
porque se puede presumir que los primeros serían los
que vivían en San Sebastián Analco y los segundos
los españoles de Santa Lucía, pero eso se conrma
en 1594 por don Juan Pineda, quien menciona que en
la jurisdicción moraban de 15 a 20 españoles. Para
1740, Manuel de Gálvez Corral, alcalde mayor de San
Salvador (Lardé y Larín, 2018), informa que:
Se halla un pueblo de Santa Lucía
Zacatecoluca y barrio de esa parcialidad
que llaman de San Sebastián Analco; tiene
12 vecinos españoles y 410 indios, y 450
mulatos y mestizos, que son soldados de 2
compañías, que son vecinos y moradores de
este pueblo, y son dueños de las haciendas
que se hallan inmediatas; tiene el referido
pueblo por frutos de maíz, gallinas, ganado de
cerda, algodón; es terreno de barro colorado,
muy caliente y dañoso para licos, que hay
muchos en él. (Corral citado en Lardé y Larín,
2018, p. 576)
Aunque en 1756 don Francisco Quintanilla, alcalde
mayor de San Vicente de Austria, menciona
que Zacatecoluca es un pueblo de indígenas,
especícamente cabe señalar que Manuel Gálvez ha
referido que Analco es un barrio de indígenas (Lardé
y Larín, 2018). Esta forma de organizarse socialmente
viene desde la época prehispánica. Claro que en el
altiplano de México existen barrios. Los indígenas
entendieron los calpullis como apegados a la tierra y al
linaje. En la época colonial, esta forma de conformarse
societariamente permanecía bajo el nuevo régimen;
los barrios pertenecían a otra entidad s grande
como las repúblicas de indígenas o los pueblos de
indígenas. Los barrios, en este sentido, constituían
entidades corporativas que tenían sus propios ociales
de república y, en ocasiones, casas de comunidad,
hospitales y cofradías” (Gutiérrez, 2013, p. 107), eran,
por tanto, una unidad social.
Por otra parte, más que un espacio geográco
o institucional, el barrio era una densa red de
comunicaciones, parentescos, amistades y
enemistades. Todos se conocían, y cuando no era
así, se poa seguir una complicada línea de liación
personal que pasaba por la familia extensa, los
compadrazgos, el ocio y las amistades (Gutiérrez,
2013, p. 106).
Es importante mencionar que actualmente la
población de Zacatecoluca está conformada por
barrios, residenciales, colonias, etc., pero el barrio es
una supervivencia colonial. Aunque ha perdido sus
características societarias, hoy en a un barrio se
puede entender como un lugar de personas conocidas
apegadas a la propiedad de alguna manera, por
herencia o por alquiler, etc.
En 1770, el obispo de Guatemala hizo una visita
pastoral a Zacatecoluca. Cortés y Larraz (2000), hace
la siguiente descripción:
El pueblo de Zacatecoluca es la cabecera de
esta parroquia, con dos anexos: 1º Analco,
Tecoluca. Ítem tiene en su territorio diecinueve
haciendas y una más dentro de la mar y varias
salinas [] En esta parroquia hay familias de las
que me pareció que las más son ladinos, pero
de todo daré cuenta en llegado a mis manos
los padrones, que ha días estoy solicitando
con diligencia. De esta administración se halla
a cargo de un cura, que lo es a como quince
días Don Antonio Macal, [] de edad como de
40 años. (pp. 140-141)
Es probable que esta consideración de que hay s
ladinos provenga de dos fuentes: la observación directa
y de oídas. Son los censos o padrones de habitantes y
datos de la localidad, que probablemente no tenía, pero
de los que estaba informado, coincidiendo con lo que
reporta Ignacio Chamorro Sotomayor y Villavicencio,
cuando dice que hay mucha gente ladina que circula
(Lardé y Larín, 2018). Un tercer aspecto que se puede
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mencionar es que en los archivos eclesiásticos de la
catedral no hay ninguna partida de bautismo indígena.
Al parecer, el proceso de ladinización habría dado
sus frutos, las parroquias también podrían estar
sectorizadas y servir unas para indígenas y otras para
ladinos. En el caso de la Parroquia de Santa Lucía,
era evidente que atendía a los criollos, antes a los
españoles que llegaban buscando fortuna.
Es cierto que en la parroquia de Santiago Nonualco, el
obispo Cortés y Larras encontró más de mil indígenas
y que, en las partidas de nacimiento, por ejemplo, la de
Anastasio Aquino dice claramente indio” (Domínguez
Sosa, 2007). Otra razón podría ser que el barrio indígena
de Analco siempre tuvo una presión político-militar. No
hay que olvidar que Manuel de Gálvez Corral, antes
mencionado, dice que hay dos compañías de soldados
custodiando la región y que los pocos españoles eran
militares de las compañías.
¿Por qué necesitarían 450 soldados para 410 indígenas
y sus familias? La respuesta, desde el punto de vista
de quien escribe, es que ese enclave militar estaba
ahí para fungir como control social y era la barrera o
muralla para impedir cualquier rebelión al pueblo de San
Vicente de Austria. El actual destacamento militar está
plantado justo en el barrio de Analco. Corresponde a la
Arqueología Histórica investigar la estructura y conrmar
que en parte es una estructura de la época colonial.
En los archivos de la catedral de Zacatecoluca existen
actas de bautismo que datan del siglo XVIII, es decir,
de la etapa colonial tardía, hasta aproximadamente
una década después de la independencia, antes de
la fractura de la Confederación Centroamericana
(Autores varios, 2011). Estos párrocos habrían vivido
el periodo independentista, que se puede inscribir
en el periodo entre 1811 a 1833. Algunos jugaron un
papel político en el pueblo. Sin duda, se involucraron
en la independencia y aparecieron como negociadores
frente al movimiento de Anastasio Aquino (Domínguez
Sosa, 2007).
En cuanto a la conguración de la sociedad, se pueden
señalar las redes de parentesco y la costumbre de
padrinos y madrinas como elementos unicadores de
la sociedad colonial y posindependentista. Es decir,
el escenario político había cambiado, la élite criolla
habría ganado, pero la base de la sociedad seguía
siendo la misma.
Figura 2.
Partida de Bautismo 1772
Nota: Acta de nacimiento rmada por el presbiterio Juan Villacorta. Fuente: Archivo de la Catedral de Zacatecoluca.
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Origen de la tradición, la Virgen de los Pobres y
el prócer independentista Mariano Antonio de Lara
A mediados del siglo pasado (XX), un fraile menor de
la orden de San Francisco y párroco de la iglesia de
Santa Lucía de Zacatecoluca, Runo Bugitti, escuc
el siguiente relato, que trascribió, sobre la Virgen de
los Pobres:
Se empiezan las procesiones de la Virgen del
Tránsito, los niños llevaban unos pajaritos,
unas palomitas, recuerdo de un milagro que
hace unos años aconteció aquí en la ciudad,
según dicen en una tormenta, en seco, cayó
un rayo incendiando una parte del pueblo.
Cayeron al suelo miles de pajaritos, pero por
intercesión de la Virgen de los Pobres el fuego
se quedó apagado, y, a perenne recuerdo del
milagro, se hacen las procesiones con los
pajaritos. (Bugitti, 1950, p. 259)
Este mito, contado en el contexto de la Virgen del
Tránsito, aunque escuchado en un sitio aledaño, es
explicado por el hecho difusionista, se reere al mito
fundacional de la Virgen de los Pobres, que salva al
pueblo de ser quemado en el siglo XIX y que está en el
origen de la procesión decembrina. Se propone como
el ethos del pueblo, el símbolo s abarcador, ya que
unica el mundo campesino y el de la ciudad.
Actualmente, el símbolo material que es de mayor
magnitud al ver la catedral blanca de la ciudad de
Zacatecoluca es la Virgen de los Pobres, y es la
tradición más grande suscrita actualmente a la
parroquia. Aunque es copatrona, tiene más fuerza
simbólica que otras tradiciones.
Sin embargo, el relato popular sobre la fundación de la
tradición ha desaparecido en su densidad descriptiva,
no apareció en ninguna conversación con todas sus
características, más que un breve relato. Por eso
recurrimos al siguiente relato escrito que, al llegar
el centenario de la tradición (1940), fue recogido y
archivado probablemente por el padre Arturo Cubías
(párroco de Santa Lucía para la época) y que constituye
una fuente hemerográca (para el caso periódicos).
Pero quien da fe del relato es el sacerdote Narciso
Monterrey en 1840, que rma rubricado en el documento
original. Según las fuentes primarias encontradas, era
párroco en 1855. Este sacerdote es la garantía de la
veracidad del relato, en el que pueden apreciar todas
las características del discurso simbólico que funda la
tradición de la Virgen de los Pobres.
Relación de un Suceso Milagroso:
En una frondosa vega serpenteada por las
bulliciosas aguas del río Sapuyo, cuyas
márgenes están limitadas por añosos árboles,
tiene su asiento en la pequeña Villa Santa
Lucía Zacatecoluca.
Preciosos jardines matizados de bellísimas
olorosas ores rodean las casitas, pajizas
unas, de tejas otras, que se levantan entre
grupos de corpulentos árboles y cuyas paredes
están tapizadas de silvestres enredaderas.
En los troncos, los panales destilan miel. Los
pájaros y las tortolitas cantaban alegremente.
Parecía que todas las bellezas de la naturaleza
sonreían alrededor de las viviendas.
A medida que entraba el día quince de este
mes y año, se sint un calor sofocante.
Los rayos del sol caían perpendiculares y
quemantes, haciendo buscar la apacible
sombra. Ni una ráfaga de viento alteraba la
atmósfera; se sentía esa calma precursora de
la tempestad. Bien pronto, el cielo empezó a
cubrirse de pardas nubes que se extendían
desde el océano, se amontonaban sobre
el lugar y privaban pasar la luz del sol. Un
viento huracanado se desató repentinamente,
arrastrando consigo hojas, basura y polvo,
elevándolo todo en una columna que giraba
con vertiginosa rapidez. El trueno se oyó
lejano, como que provenía del mar. Nadie se
imaginaba lo que iba a ocurrir. Era la ora nona.
Las gentes huían despavoridas; el viento
era impetuoso; los truenos se sucedían
aumentando su espantoso ruido, el rayo y
el relámpago surcaban el oscuro horizonte
a cada instante; y por el poco tiempo que
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transcurría de la rojiza luz de los unos, al
ronco estruendo de los otros, se comprendía
que la extraordinaria tempestad se cernía
amenazante sobre esta villa. Aquello era una
tormenta de rayos.
Las pobres gentes rezaban; lloraban éstas,
gritaban aquellas y se refugiaban todas en
sus casas, posdas de miedo. La tempestad
eléctrica aumentó; el espantoso ruido de
los truenos, repetido por la próxima gigante
montaña, ensordecía.
De pronto brilló una luz vivísima que, surcando
el aire perpendicularmente, iluminó todo el
lugar. Un grito de terror se dejó oír: ¡Fuego!...
En efecto: un rayo en seco había prendido
fuego a una casa de palma, y de ésta las
llamas y chispas amenazaban incendiar
las otras. Poseído de un pánico terrible, el
vecindario se entregó por completo al dolor.
En aquel angustioso momento, el indito Juan
Lucero, monaguillo del templo, subió de un
salto al rústico campanario y empezó a tañer la
campana mayor. Como por encanto, empezó
a llegar gente al santuario y, presididos por
el Padre teniente Don Mariano Antonio de
Lara, coadjutor de la parroquia, comenzaron
a rezar el último ejercicio del quincenario.
Todo fue dar comienzo al acto, como a
desprenderse gruesas gotas que formaron
un aguacero que apagó aquel fuego. Poco
a poco fue cediendo la tempestad; el ruido
de los truenos se debilitaba paulatinamente;
las nubes se desvanecían; cesó la lluvia; un
hermoso meteoro aparecen el rmamento;
el sol rompió las tinieblas y envió sus rayos
a iluminar aquel campo convertido en un mar
por la lluvia torrencial.
Al pasar la tempestad, como de costumbre,
salió por las calles públicas el último rezado
del Tránsito, llevando en andas enoradas
la imagen de la Concepción la Pobre, de
propiedad de la familia Yúdice y Yturburúa,
por no tener la parroquia una especial; y en su
marcha, los eles iban cantando alabanzas.
Al retorno, traían los niños, garzas, palomas
y pajaritos muertos por las descargas y
encontrados en el trayecto. Al llegar a la puerta
principal del templo, afuera, el R.P. don Fray
Félix Castro, predicador del quincenario, hizo
la consagración de la parroquia a la Santísima
Virgen; y éxito con sermón patético al pueblo,
para que todos los años dedicaran a María, por
su patrocinio, una esta piadosa en hacimiento
de gracias por tamaño benecio, y que, en
prueba de su promesa, pasaran a besar la
sagrada imagen. Así se puso término, partiendo
todos a sus moradas: de lo que doy fe, yo, el
cura. D.U.L- Diez y ocho de agosto de 1840.
Narciso Monterrey. (Cubias, 1900, pp. 1-5)
Figura 3.
Relato Fundacional de la Virgen de los Pobres
Nota: Narciso Monterrey, párroco de Santa Lucia Zacatecoluca,
fuente primaria encontrada en el archivo de la Catedral Nuestra
Señora de los Pobres. Fuente: Ramírez (2022).
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La estructura de este relato es el de un paraíso
perdido y recuperado por intercesión divina. Primero
se describe una situación de naturaleza idílica, donde
los pájaros vagaban en su hábitat y el habitante era
feliz viviendo en la villa. De repente cae un rayo del
cielo, como castigo divino, pero los rezadores invocan
la presencia intercesora de “La concepción la Pobre”.
El obispo Cortés y Larraz en 1770, en su fugaz visita al
pueblo de Zacatecoluca, da cuenta de varias cofradías
de la parroquia de Zacatecoluca, entre las que se
encuentra la de la Santa Veracruz, del Santo Ángel de
la Guarda y Ánimas, por supuesto, de la Concepción
de Nuestra Señora, con cierta cantidad de dinero, lo
que indica que la tradición estaba viva (Montes Mozo,
1977, p. 52). Si en el relato se identica a la Virgen de
la Concepción con la Virgen de los Pobres, entonces
estaríamos ante una refundación de la tradición
bajo otro aspecto, el de la Virgen de los Pobres,
que, efectivamente, ha salvado a la villa de Santa
Lucía. Sin embargo, el texto también omite El último
rezado del Tránsito”, y tenemos el mes de agosto, que
supuestamente celebra la Virgen del Tránsito. Puede
ser una inferencia de la mentalidad contemporánea,
que también es posible como interpretación, pero
la historia está fechada en agosto de 1840, lo que
signica que este es el mes del evento y no diciembre,
que es donde se celebra simultáneamente.
En la época colonial, las advocaciones de la
Concepción y de la Asunción estaban casi empatadas
en la lista que hace Santiago Montes (1977), a partir
de sus fuentes sobre el territorio que luego sería
El Salvador. Es interesante que el título de Nuestra
Señora” aparece innumerables veces en la lista,
evidentemente esa es una herencia colonial, pero
raras veces aparece como tal Nuestra Señora de
los Pobres” en la colonia. En cambio, Nuestra Señora
de la O y San Simón aparecen; por lo tanto, se
puede presumir que la tradición de la Virgen de los
Pobres es una invención que nace en el contexto de
la Confederación Centroamericana. En el caso de que
no lo sea y que se pueda comprobar históricamente
su antigüedad hasta el período independentista, es,
más o menos a mediados del siglo XIX, el período de
gran crisis y fractura centroamericana que despliega
su poder simbólico en el territorio local.
No solo las guerras centroamericanas de las facciones
y los Estados contendientes forman el contexto histórico
de la historia de la Virgen de los Pobres, sino también
la crisis económica y las epidemias. La caracterización
de la mentalidad de la época está marcada por los
levantamientos de los nonualcos y la satanización de
la gura de Anastasio Aquino (este tema se trabaja
en la tesis de grado del escritor). El símbolo religioso
se ubicaría entre el corto período de 1833 (gesta de
Anastasio Aquino) y 1846 (levantamiento nonualco
de Petronilo Castro). Los levantamientos indígenas
de las primeras décadas del siglo XIX han sido poco
estudiados (López Bernal, 2002).
Evidentemente, la independencia se habría dejado
sin resolver cuestiones económicas y administrativas.
Es en ese contexto en el que se puede hablar donde
también de una tensa relación entre la Iglesia católica
y el gobierno. Se trataba de una disputa por el control
del territorio ejercido por la Iglesia (sin el cual no
podía haber verdadera independencia) y por un alto
porcentaje de diezmos enviados a Guatemala (entre un
40 % y un 60 % del total de los diezmos a principios del
siglo XIX), asunto que se resolvió en 1842, año en que
se aprobó la Diócesis de San Salvador. Sin embargo,
su obispo, Jorge de Viteri, mostraría las componendas
políticas actuando como caudillo. Es en este turbulento
contexto donde da testimonio de la historia el padre
Narciso Monterrey, clérigo que había sido propuesto
en 1839 como parte de una terna de vicarios del
territorio que ocuparía la nueva diócesis (Gonzáles
Torrez, 2021).
Hay que recordar que en junio de 1857 los nonualcos
intentaron incendiar la ciudad de Zacatecoluca,
tal como se relata en la historia de la Virgen de los
Pobres, con el propósito de masacrar a españoles y
ladinos. Lardé y Larín (2018), señala que “ante estas
perspectivas, los vecinos de Zacatecoluca huyeron
de sus hogares, mas la ciudad no fue ocupada por
los invasores gracias al celo del cura párroco doctor
Narciso Monterrey” (p. 478). No cabe duda de que
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la fuerza del símbolo religioso estuvo presente en la
advertencia del incendio.
No obstante, otro dato importante, cosecha de la
presente investigación, es que esta devoción, ya se
interpretada como refundación o fundación, fuera de toda
discusión, fue fundada por un prócer independentista:
el presbítero Mariano Antonio de Lara, quien fuera
sacerdote coadjutor en dos periodos de la parroquia
de Santa Lucía Zacatecoluca (Junta Directiva Órgano
Legislativo República de El Salvador, 2006, pp. 27-29).
Aparece como actor principal en el rezo a la Virgen. Si
es verdad que este prócer independentista, cuñado de
Manuel José Arce y hermano de don Domingo Antonio
de Lara, es el fundador de la tradición, desde luego que
también gura el fraile Félix Castro, quien consagró la
parroquia y pide una esta piadosa.
Ahora bien, desde un punto de vista positivista,
ocialmente quien funda la Procesión es el fraile
Feliz Castro; sin embargo, hay que decir que, desde
la perspectiva del hecho religioso, quien está en
el epicentro de la cuestión, iniciando la tradición
subalternamente, junto con el pueblo de Zacatecoluca,
es el prócer Mariano Antonio de Lara. Él es el fundador
porque fundamenta la tradición con su praxis. Ha
iniciado la tradición antes de que se ocialice; por
supuesto, desde la perspectiva de la historiografía
liberal, el roe de la patria sería el héroe de la religión,
es decir, el prócer. s aún, desde la perspectiva
de la historia desde abajo, es el pueblo el que funda
la tradición. Esto es un hecho sociorreligioso y no
una especulación. En esta perspectiva, la gura del
indígena Juan Lucero, tocando las campanas como
quien ha de despertar la fe del pueblo, adquiere mejor
frescura que los otros dos personajes.
Probablemente, el prócer Mariano Antonio de Lara
era ya un hombre mayor. Había sido provocador de
levantamientos, conspirador independentista, diputado
de una legislatura ordinaria, y se sepultó el 14 de
agosto de 1843 en la iglesia parroquial de Santa Lucía
(Lardé y Larín, 2018, p. 587). Actualmente, la tumba
del prócer está perdida; sería una importante labor de
arqueología histórica ubicarla en la parroquia.
Figura 4.
Prócer presbítero Mariano Antonio de Lara
Nota: Su busto se encuentra en el Bulevar de los Próceres de
San Salvador. (11 de diciembre del 2006).
Conclusión
Toda esa invención local resignicó la realidad. El
símbolo de la Virgen de los Pobres fue un congurador
de la historia; dialécticamente, la historia conguraba el
símbolo. Hubo perdedores en la historia, los nonualcos
se silenciaron, amenazados de muerte, pero la nueva
fe les habría ayudado a sobrevivir. Muchos indígenas
optaron por la ladinización, y en sus partidas de bautismo
no aparecían ya como indígenas, sino como ladinos. La
Iglesia católica jugaría un papel decisivo en la creación
de la nueva sociedad. No es cierto que los elementos
indígenas de la religión pública e institucionalizada
fueran totalmente exorcizados, incluso el símbolo
ladino de la Virgen de los Pobres incorpora el papel
del indígena. Juan Lucero es un rostro de ese mundo
pasado; la vida de los vencidos vuelve a palpitar en ese
símbolo religioso decimonónico.
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